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“Cuando el reloj marca la una las calaveras salen de su tumba chumbala cachumbala cachumbala”
Como cada año se hizo la convocatoria para participar con sus creaciones y aportaciones en esta cuarta edición de Cempasúchil. Es importante mencionar que la cantidad de participantes ha ido aumentando con cada edición, al igual que la calidad de sus leyendas, historias y calaveritas en cuanto a contenido y terror. Los temas se han ido diversificando pero sin perder el toque mexicano que caracteriza a Cempasúchil. Pasando por leyendas ancestrales, actuales y otras que han ido pasando de boca en boca haciendo que nuestra piel se erice al conocer cada detalle. Hay historias llenas de creatividad y suspenso, dibujos llenos de colores y calaveritas literarias que con sus versos caracterizan está época de día de muertos. Es por lo anterior descrito, que queremos agradecer a cada uno de ustedes que ayudaron a construir poco a poco lo que es Cempasúchil el día de hoy, y también a ustedes lectores por leer cada una de nuestras páginas con entusiasmo y gran expectativa.
Cuando el reloj marca las diez, las calaveras salen a leer… comencemos.
🌼🌼 La leyenda de la flor de Zempaxóchitl 🌼🌼
Aportación de Daniel M.
Xóchitl y Huitzilin se amaban desde que eran niños, juntos crecieron y con su amor, todas las tardes subían a lo alto de la montaña a llevarle flores a Tonatiuh, el padre sol, él parecía sonreír ante la ofrenda de los enamorados, y ellos juraron amarse más allá del tiempo, más allá de la distancia, más allá de la muerte. Pero un día llegó la guerra y los amantes se separaron, pronto llegaron las noticias de que Huitzilin había muerto en la guerra, Xóchitl sintió que su corazón se desgarraba de dolor, subió a la montaña y le pidió a Tonatiuh, el padre sol, que la uniera por siempre con su amor, el sol conmovido extendió uno de sus rayos y al tocar a la joven la convirtió en una flor, de colores tan intensos como los mismos rayos del sol. Luego llegó Huitzilin, en forma de un colibrí, y amoroso se posó en el centro de la flor, y al instante la flor se abrió en 20 pétalos, de aroma intenso y misterioso... Dicen que así nació la flor de Zempaxóchitl, la flor de muertos.
Ente
Creación de Alina Muñoz
Hoy el médico dijo algo inaudito, en todos los años que llevo viviendo en una ciudad tan caótica, creo que nunca había escuchado algo así. De cierta forma ni siquiera lo he terminado de asimilar.
Cuando era niña, a mis primos y a mí siempre nos gustaba jugar en el carrito de mi abuela, era un viejo carrito de madera hecho a mano, en donde llevaba su mercancía a vender, ropa interior para ser exacta. A ella no le gustaba que tocáramos sus cosas, aunque cuando se descuidaba aprovechábamos para pasearnos en el carrito.
En ocasiones la acompañé a vender. Me trepaba encima de la bolsa que contenía la mercancía atada con destreza al carrito; era toda una hazaña ir trepada, ya que si no me agarraba bien podía caerme; me parecía tan fuerte la abuela cuando cargaba su enorme maleta, la cual enseguida de bajarla del carrito, con una destreza tendía en el suelo un hule para poner toda la ropa que llevaba. La calle siempre ha sido muy difícil para el comercio, pero más por la corrupción que se vive en la ciudad, así que la abuela se tenía que cuidar de la camioneta policiaca, pues de antemano sabía que si no dabas tu “cuota” te subirían en la panel y te llevaban a la delegación, y por supuesto te quitaban la mercancía que llevaras. Entre los pocos comerciantes que había en la cuadra siempre se avisaban si se acercaban “los cuicos” y hasta una vecina le permitía guardar sus cosas de manera momentánea hasta que pasara “la chota”.
Cuentan que las vecinas de la vecindad donde vivía la abuela, le tenían miedo si llegaban a hacerla enojar porque era tan grande y fuerte que cuando sacaba furiosa el machete nadie se atrevía a enfrentarla, sólo temerosas las mujeres la espiaban mientras la escuchaban gritar: “¡Ahora sí salgan que aquí nos vamos a agarrar! ¿No que muy sabrosas?”. Yo me sentía tranquila a su lado, pero por ningún motivo me hubiese gustado hacerla enojar de esa manera. Ella enojada no respetaba ni parentesco.
La abuela muchos años atrás, llegó una mañana muy temprano de su pueblo. Venía escapando de los acreedores que adquirió con los gastos derivados de un terrible accidente que tuvo el abuelo. Se trajo con ella a dos de sus cinco hijitas, traía cargando muchos kilos de carne para vender, y ni que decir de la tristeza y enojo que traía a cuestas al ver que no le alcanzaba el dinero para cubrir sus deudas y las necesidades más inmediatas de su numerosa familia. Llegó como tanta gente llega a la capital, pensando que esta pequeña ciudad la podría ayudar, vaya timo que le tocó ver; la ciudad come con voracidad tu dinero en cuanto obtienes un poco, necesitas pagar tantas cosas, que apenas si alcanza para vivir. Esta ciudad nubla tus pensamientos campesinos para transformarte en un robot; en un engrane más de este hormiguero. En el pueblo por muy pobre que seas siempre puedes comer, eres “un alguien” entre tus vecinos. Aquí solo eres uno más. Aunque si encima de todo vienes vestida de pueblerina, necesitas aguantar la burla de quienes se sienten saber más que todos, de los que sienten que por tener trapos diferentes pueden humillar a la gente de provincia. Fue muy difícil para la abuela adaptarse a una sociedad muy diferente a la de su pueblo. Al poco tiempo su marido y el resto de sus hijos la alcanzaron para vivir todos en cuartos de azotea, como las aves migratorias, de nido en nido, pues no duraban mucho en un lugar, eran demasiados y no le convenía a los dueños de los cuartos.
El tiempo transcurrió, la abuela se endureció mucho, perdió aquel candor con el que llegó, aprendió que aquí no se puede confiar en nadie. Se volvió desconfiada, fría, trabajólica. Su mamá y hermanos nunca la apoyaron, ni en el pueblo, ni en la ciudad, al contrario sólo trataban de ver que podían obtener de ella.
Alguna vez llegué a escuchar que si te descuidabas, la ciudad podría robar tu alma. Siempre pensé que era una broma, a quién se le podía ocurrir tremenda cosa; en la religión siempre escuché que si te arrepentías de la vida que llevabas en el último momento, todo te sería perdonado y te ibas al reino de los cielos; eso también se me hacía demasiado bueno para ser cierto, la verdad es que hay muchas cosas que no me era nada fácil creer dentro de la misma religión. Desde muy temprano dejé de creer en los cuentos de hadas, no me parecían coherentes, como que era demasiado bueno todo para ser cierto. Con el tiempo he cambiado esa manera de pensar, me doy cuenta de que muchos cuentos fueron sacados de realidades alternas, de mundos y situaciones que aunque están dentro de un ámbito de magia, no están tan fuera de la realidad, una realidad distorsionada, pero es que en esta ciudad se ven tantas cosas que poco a poco me fui dando cuenta de la existencia de la maldad o bondad extrema; los seres extraños o perfectos, que todo dependía del ángulo que viese uno las cosas. En mi propia familia hay gente que puede manejar un poco la telepatía o las sanaciones con las manos, esa ha sido considerada magia o poderes malos. Y si eran manejados por una mujer, se les solía llamar “brujas”.
En fin, esta ciudad esconde muchos entes que acechan a los más débiles de espíritu para tomar su lugar, los entes no tienen cuerpo humano y para manifestarse necesitan uno; varias películas han sacado de todo esto, siempre pensé que era una aburrida y absurda mentira, inventada por una mente retorcida. Pero cuando observas detenidamente un borracho, ratero, drogadicto o cualquier persona que por algo no esté en sus cabales, te darás cuenta de que la persona que conoces no es la misma de siempre, que está poseída por algo más, que no actúa de la misma forma, que puede ser capaz de cometer actos que van fuera de lo que es la persona. Cuando reacciona la cruda moral es terrible para muchos que todavía tienen cierto grado de conciencia saber que hicieron mal, pero en muchos de los casos no recuerdan el porqué de su comportamiento.
La abuela se transformaba cada que se enojaba, se transformaba en un monstruo, no reconocía a nadie, ni escuchaba súplicas en esos momentos. Cada vez le duraban más aquellos estados, nada la detenía una vez que entraba en ese lapso. Poco a poco los vecinos y la gente que la rodeaba le dejó de hablar, todos ellos por motivos similares derivados de su enojo. Su pequeño negocio fue decayendo porque gastaba más de lo que ganaba, sus hijas se casaron, así que ya no pudo seguir explotando sus trabajos y su esposo no le daba nada. Ella era el sostén de su casa. Cuando su marido falleció su vida cambió aún más, se enojó con la vida por haberle quitado a la única persona que la soportaba; desde ese momento cada día que pasaba era más berrinchuda. La mirada le fue cambiando gradualmente hasta las pupilas se le ven grises ahora, finge fragilidad para que confiemos y le demos más de nosotros, dinero, tiempo y energía. De momentos he sentido que a su lado me agoto demasiado, como si mi energía disminuyera sin motivo aparente.
El doctor nos dijo que la abuela ya no estaba aquí, que un ente se había apoderado de su cuerpo, que ahora ya no reconocería nada ni a nadie. Más que triste, realmente me encuentro anonadada, no doy crédito a lo que dijo. Aunque en mi mente quisiera ver a la típica abuela, sé dentro de mi ser que tiene mucho tiempo que realmente el doctor tiene razón… ella se fue en vida.
El extravío de la memoria
Creación de Etna Téllez
Puedo reandar mis pasos, aun así no tengo nada que recordar, podría abrazar el instante que me enardece el alma, sin embargo, ni el último suspiro me podrá acercar a aquello que termine con este tormento. Cuán difícil es morir sin tener un recuerdo, algo que me acerque a lo bueno, o a lo malo. No tengo el eco de risas, la sensación de lo que fue un abrazo, o la humedad que queda del llanto. Todo a mi alrededor me es desconocido, ni un rostro, ni la percepción de un roce... ¿Quiénes son?... ¿Por qué lloran?... ¿Qué es morir?...
Ellos hablan de dolor, de lo mucho que me extrañarán, me piden que regrese, que vuelva a sonreír al verlos. --Por favor, Dios, haz un milagro. ¿Un milagro? Miran hacia arriba, susurrando, largos suspiros, después, toman mi mano, se les nota la desesperación que les causa el desorden que parece reflejar mi mirar. Se asombran de la extrañeza que me causan...¿Eso será sentir miedo? Siento que algo se va de mí, algo más, toda esta situación se torna cada vez más rara; juntan rostros, miran, se pierden...yo quiero salir, quiero ver afuera...
¡Ustedes!
Parece que no me escuchan...¿Por qué no me oyen?
¡Quiero salir!
De nuevo el llanto, una mujer se aproxima a mí, siento su calor, es tibia, su aroma, agradable, la sensación se desvanece, la escucho decir:
--Vuelve a mi, amor mío.
...¿Qué es amor?...¿Quién es ella?
--No te marches, se me parte el alma, te llevarías todo lo que soy, contigo.
De nuevo, todo se disipa, yo solo quería salir; pero no es por ellos, esto que soy ya no responde, no puedo levantarme, todo pesa, debe ser la ausencia. Todos con su lenguaje de recuerdos, no sé qué es eso, encuentros, miradas, lugares, cierto encanto. Para ellos esas palabras son luz, para mí, sombras. La mujer se da por vencida, suelta mi mano, se le nota fatigada, con trabajo se levanta...ella puede andar...¿irá afuera?
¿Me llevas?
...¿Por qué no me escucha? Ya no quiero estar aquí...¿Qué es afuera?
Alguien más llega, se acerca a mí, pone un objeto frío en mi pecho, voy a gritar, quizá con eso él pueda escucharme.
¡¡¡¡Quiero saliiiir!!!!!
--Su corazón está muy inquieto, agitado. ¿Acaso ha sufrido algún sobresalto? ¿Ha dicho algo? Me apena decirles esto, pero deben prepararse, pronto todo terminará.
A lo lejos escucho un golpe seco, pasos apresurados, gritos, todos los que estaban aquí salen corriendo, van afuera...También quiero ir...¿Quiero?...También quiero terminar. Un grito ensordecedor se oye: ¡¡¡Mamáaaaaa!!!...Un coro de sollozos. Un joven avanza hacia mi, se ve destrozado, habla de que alguien se fue, de alguien que va a esperarme, de alguien que no pudo soportar más.
--Te amaba tanto que decidió irse antes que tú, ya se volverán a encontrar y quizá estando allá, por fin la vuelvas a reconocer.
...¿Qué es amar?... ¿A dónde tendré que ir?...¿Quién me va a esperar?, ¿Dónde?, ¿Qué es morir?... ¿A dónde va uno cuando muere?...¿Ya puedo salir?
--Ve con ella, papá... Tengo miedo...¿Qué es afuera?...Quiero salir...
--La hora de muerte a las veintitrés horas con cincuenta y nueve minutos, causa del deceso: Paro cardiaco.
¿El sentirse observado tiene un origen paranormal?
Creación de Carmen Cardozo
¿Has sentido que alguien te observa mientras estás de espaldas y cuando volteas, en verdad tienes la mirada de alguna persona sobre de ti? Resulta que algunos investigadores afirman que es un sentimiento en el ser humano que sirve para ponernos en alerta quizás ante una amenaza. El cerebro lo sabe, así que envía una señal para decirnos que busquemos quién nos está mirando y de esta forma comprobar que estamos a salvo.
Pero qué pasa cuando estamos totalmente solos y esa sensación nos ataca. Porque tal vez has sentido que cuando te bañas y tienes los ojos cerrados, un sentimiento te ataca diciéndote que los abras de inmediato y voltees porque alguien te está observando, o quizás estás dormido y te despiertas con el mismo sobresalto creyendo que alguien te vigila. Sin embargo, luego de darte cuenta que estás solo, un escalofrío recorre tu cuerpo al pensar que se trata de un suceso paranormal, y que un fantasma o un demonio te puede estar acechando.
Lo que es cierto, es que los investigadores llaman a este suceso scopaesthesia, el cual es definido como un supuesto fenómeno en donde el ser humano es capaz de captar cuando alguien lo mira de forma extrasensorial a la altura de la nuca. Cabe resaltar, que toda esta investigación ha resultado polémica por años, ya que la ciencia muchas veces ha rechazado las teorías por falta de pruebas científicas que confirmen que dicha afirmación es cierta, pasando entonces la investigación al lado de los parapsicólogos, los cuales han hecho una diversidad de estudios sin llegar a concretar nada por falta de evidencias.
Un psicólogo llamado Edward B. Titchener en 1898 quiso demostrar que la teoría era mentira afirmando que cuando la persona que se siente observada gira la cabeza para buscar si alguien lo ve, llama la atención de la persona que se encuentra detrás haciendo que ésta voltee a verla y esto, hace parecer que sí la estaba observando, haciendo del suceso una coincidencia. Otro psicólogo de nombre Rupert Sheldrake hizo un experimento con personas que afirmaban sentir cuando alguien las observaba pero el resultado fue de 53.1% asertivo estadísticamente, lo cual no servía para demostrar que dicho efecto existiera.
Desde el punto de vista de lo paranormal, se llega a las conclusiones de que entidades negativas nos pueden acechar, ya que comparten el mismo espacio con nosotros y cuando llegamos a coincidir, su energía es identificada por el cuerpo humano, dando entonces la sensación de que nos están mirando y esto puede causarnos un poco de miedo e incertidumbre.
Por otro lado, algunos otros investigadores sugieren que este fenómeno es a causa de guías espirituales que aparecen a nuestro lado cuando el peligro nos acecha. Esto me hizo recordar una situación de cuando era niña en la que mi padre se despertó a mitad de la madrugada con un gran sobresalto y con la seguridad de que alguien lo estaba observando. Vivíamos en una casa de dos pisos. En la planta de arriba había tres habitaciones con closets amplios, una sala de televisión muy grande y dos baños. En la parte de abajo estaba la sala comedor, un baño, una cocina con un área de despensa grande, un patio trasero y uno delantero. Al sentir la mirada, él tomó una espada samurái antigua y comenzó a revisar cada rincón de la casa esperando encontrar a alguien escondido, sin embargo no tuvo éxito. Varias noches se repitió el suceso, y mi mamá, mi hermanito y yo, sabíamos que cuando eso pasaba el sueño sería interrumpido por bastantes minutos ya que había que buscar por toda la casa a quien observa a papá.
Un día mi padre decidió ir a visitar a una bruja blanca. Después de algunos rituales, ella le explicó que quien lo estaba observando simplemente era su ángel guardián que lo estaba cuidando de algún peligro que se acercaba y que lo mejor era no espantarse y dejar de lado cualquier tipo de vicio, ya que esto podía alejarlo; además le comentó que pronto lo iba a conocer en alguna representación que no lo espantara, pero él sabría muy bien quién era su guardián y éste iba a tener símbolos orientales. Esto resultaba curioso porque era algo por lo que papá tenía afición y que la bruja no sabía en ese momento. Mi padre un poco incrédulo salió del lugar y no quiso tomarle importancia. El asombro se lo llevó cuando dos semanas más tarde, compró una golosina, de esas que trae una sorpresa adentro, y descubrió un samurái. Él supo a la perfección que se trataba de su ángel guardián.
Coincidencia o no, esto le sucedió a mi papá y este miedo a causa de que alguien lo miraba por las noches, comenzó a pasar junto con sucesos malos de los cuales él pudo escapar.
En conclusión, cientos de investigadores, científicos, espiritistas, brujos, expertos de lo paranormal y demás, han querido aprobar o desmentir esta teoría. Dando como resultado que la ciencia lo rechace por completo explicando que son causalidades sin bases científicas y por el contrario, los amantes de lo paranormal afirmando que son seres de otra dimensión los que nos observan.
Júzgalo por ti mismo en la próxima ocasión donde sientas que alguien te mira fijamente.
Dibujos
Creación de Luciano
Calaveritas
Creación de Laura M.D.
1
Estaba la Chayo en su cuarto
Jugando con sus muñecas
Tenía su Sigoto y neonato
Como le gustaban esas
La Calaca la miraba
Como queriendo jugar
Y mientras la contemplaba
En el fondo se puso a pensar
Si me llevo a esta chamaca
Sus muñecas yo me quedo
Pero si yo me la llevo
Entonces con quien yo juego
Un buen trato hizo con ella
Mientras le decía bella
Yo te invito al inframundo
Y jugamos en mi mundo
La Huesuda y la Chayito
Ya juegan con sus muñequitos
Mientras los otros muertitos
Piden también un ratito Les presten sus juguetitos.
2
Leyendo mi libro yo estaba
Cuando llegó la Calaca
¡Ah! Que susto me pegaba
Pues estaba ella muy flaca
Que lees con tanto interés
Que ni siquiera me ves
-¡Anda cuéntame un poquito!
Aunque sea un parrafito
Estoy leyendo tu historia
La cual da susto y espanto
Pues cuentan que de una noria
Te llevaste hasta al más Santo
¡Ay! Mi chavo no te espantes
Venir por ti es mi trabajo
Y aunque huyas a los andes
Yo te llevo pal carajo
Ya ni modo pinche parca
Vámonos pal camposanto
Que aunque tú si que estas flaca
Tienes un poco de encanto.
Profit
Creación de David ben Iosef Sefarad
Iván Carlos esperaba a sus clientes con la ansiedad de un vicioso por su dosis de droga, repetía en su mente los mantras que buscaba lo liberasen de la culpa: “debo aprovechar esta oportunidad”, “ellos se pierden solos”, “quizás algunos logren su cometido”, “es solo un medio alcanzar mis objetivos”; se justificaba a si mismo, no era malo como un político, o narcotraficante o empresario de altos vuelos, no era corredor de bolsa para jugar con los destinos de pueblos enteros, no, el solo vendía la “oportunidad” y de paso obtenía una ganancia, un “profit” como dicen los jóvenes “pro”, si claro, se aprovechaba de los demás siempre que podía, pero sin mucho dolo, además “las piedras como los tontos son para pisarlos y subir” y yo Ivancito Charles no piso fuerte.
La persona favorita de Iván Carlos siempre ha sido el mismo, desde su infancia buscando solo el placer de sus sentidos, esta es la guía de su existencia, por décadas se había ufanado que su egoísmo lo había hecho “mejor persona”, fue la razón de haber ido a la universidad, de estudiar idiomas, la ambición de tener dinero para cambiarlo por sustancias que le dieran placer, tener dinero para viajar, para comprar cosas inútiles que le otorgaran “estatus” o diversión, para asombrar a las mujeres y adquirir directa o indirectamente sus caricias; “todo lo he logrado por mí mismo y no le debo nada a nadie, es mi dinero solo para mí”, esa era otra de sus mentiras que usaba de escudo para no decir gracias con hechos a la gente que de alguna u otra forma lo había apoyado a lo largo de su vida, Iván Carlos tenía en si a su ídolo y lo adoraba.
Su “negocio” se decía fue pura suerte, recordó que esperando un vuelo de regreso a casa, estaba varado en Nueva York, con un frío atroz, y con la molestia de una enfermedad venérea adquirida 2 semanas atrás en Holanda, cuando interactúo con una pareja swinger que pensó divertido practicar sus preferencias con algún personaje raro de otro continente, para Iván Carlos esto fue una oportunidad para halagar su avaricia pensó: “así no tendré que pagar por una profesional y hasta me darán desayuno y donde dormir”; esperaba regresar a su país para conseguir consulta y tratamiento médico barato, de forma incuestionable en alguna farmacia de genéricos; la infección y el clima lo tenían de malas. De pronto “la suerte”, en la sala de espera del aeropuerto: un viejecillo cayó de su silla soltando una cartera y unos libros, el viejecillo era uno de esos tipos que abundan en NY, un rabino pensó Iván Carlos, “si lo ayudo quizás me regale un dólar, un dólar es un dólar”, al acercarse al viejo rabino, este lo tomó por la solapa del abrigo y le dijo aconsejándolo “look for the Haim, look for the Haim” y le puso en sus manos la cartera de piel, el joven asqueado grito por ayuda, pero sin soltar la cartera, el personal del aeropuerto llego aprisa, sin embargo el rabino había muerto.
Nervioso, Iván Carlos regreso a su lugar al otro extremo de la sala, la cartera contenía un celular y una ampolleta donde algo parecido a un pedazo de papel flotaba en alcohol, el celular era bueno y de marca, al activarlo un video empezó a correr, una voz emocionada y feliz decía en inglés, “es el último vestigio de UN fruto del árbol del Huerto, el Huerto existe, está custodiado como está escrito, está enclavado en las montañas de Turquía, lo cura todo, es verdad. la verdad está en el Libro, look for the Haim, reuníos para leer el Libro, reuníos para tener conocimiento y….……” , tonterías y supersticiones de barbones ridículos pensó Iván Carlos, ¿lo cura todo?. Ya en el vuelo de regreso la comezón, y el ardor por la infección lo tenían harto y al borde de las lágrimas, ¡que dolor!, y en su mente resonaba “lo cura todo”, el joven pensó que bien valía la pena intentar con tal de ahorrar una lana, bebió el contenido de la ampolleta y cayó en un sopor agradable y durmió.
Al arribar a su Ciudad estaba descansado, tranquilo, tan, pero tan sin molestias que pensó en que todo había sido una pesadilla, pero los restos de pus de su ropa interior le hicieron entender NO había sido un sueño y también que todo había pasado, ¡estaba curado!
Lo primero que pensó Ivan Carlos fue en los alcances comerciales de una medicina tan poderosa, cáncer, sida, herpes, locura, se imaginó tantas cosas, ¿qué hacer con algo así?, ¿a quién vender? artistas, políticos, deportistas, mafiosos, dinero, dinero, dinero, “profit”, placer, oh sí. Reviso todo el video buscando los datos “útiles de negocio”, miro en el video como otras ampolletas con trazas del fruto curaban enfermos terminales en hospitales de Tel Aviv, en Jerusalem, en Haifa, ignoró las muestras de alegría de los rabinos reunidos, de las referencias al Bien, de buscar la verdad en el Libro. Con ánimo de negociante le dio por buscar algún dato en la referencias del video- leyó en internet algunas chocantes citas Talmúdicas: “los amadores de sí mismos traen a su vida maldición”, “quien solo busca para sí, se pierde a sí mismo”, “el egoísmo es una puerta para los demonios”, bobadas pensó Iván Carlos, el viejo me dijo “busca la Vida” y yo quiero pura vida, claro que sí: mujeres, ropa, carros, drogas, juegos, diversiones y apuestas eso es vida.
“Pues bien si se acabó el ultimo fruto del Huerto, estúpidos, pues vamos por más”, así Iván Carlos busco la forma de no gastar dinero y que todos sus clientes financiaran el viaje a Turquía a las peligrosas montañas de la región Kurda, se anunció en la internet prohibida, vendiendo su quimera, mostrando el video editado, solo las partes que mostraban la cura, pronto reunió su primer grupo de 5 nuevos ricos buscando remedios definitivos, secuelas de sus diversos vicios, todos representaban los peores aspectos de la humanidad, arrogancia, odio, presunción, altanería, desconsideración, etc. El dinero les abrió las puertas de la eterna zona de conflicto de medio oriente, Iván Carlos como guía indagaba con los nativos que intentaban darle a entender que acercarse al lugar sagrado en las montañas resultaba peligroso, Iván Carlos solo pensaba en sus depósitos bancarios, la reticencia de los nativos lo animaba a él y a sus clientes quienes sospechaban que los nativos no querían compartir los secretos y sus beneficios, con todo era raro que los nativos siempre rehusaran acercarse.
Finalmente alcanzaron un sitio entre las montañas, un claro donde bordeado por un circulo de pinos se vislumbraba un hermoso huerto, un camino se podía apreciar desde la distancia, en el centro del Huerto un árbol cuya vista era asombrosa y deleitable, tenía a su alrededor frutos recién caídos, algunos muy cerca de un fantástico riachuelo que regaba todo el Huerto, “ ah con que así fue, seguro un fruto rodo al agua y llego a algún sitio fuera del huerto, así esos tontos supersticiosos se hicieron de su fruta, idiotas podían tomar directo del árbol” pensó el joven “pro”, los 5 nuevos ricos se precipitaron por el único acceso al huerto, y al cruzar por la línea imaginaria que conformaba la circunferencia de los pinos, uno a uno eran cortados de forma horrible, hechos trizas en medio de gritos y espanto, Iván Carlos solo miraba petrificado como una espada rodante de fuego aniquilaba a los invasores, ningún ser controlaba la espada, sola cumplía con la tarea de guardar el Huerto, y los muertos eran consumidos por llamas incontrolables, recordó entonces un pasaje del Libro que decía “y echo fuera al hombre …. y puso una espada ardiente para guardar el camino al Arbol de la Vida”, el Libro decía la verdad y se podía comprobar, pero eso no era relevante para el joven, había conseguido un buen “profit” y nadie le podía pedir cuentas de nada.
Iván Carlos si sintió miedo, pero su avaricia fue más fuerte que el miedo, vislumbró el gran negocio de hacer más expediciones aprovechándose de las personas que podían pagar ese viaje, sin reclamos, ni garantías, al final el solo les vendía la oportunidad, en una de esas hasta podían lograr su objetivo, Ivan Carlos tenía su propio ídolo y lo adoraba, falso ídolo con máscara de su propio rostro, y como todo ídolo lo llevaba a su propia perdición, y escondidos tras la máscara del joven los demonios riendo esperan pacientemente para llevarlo a donde su “profit” no puede conseguir lo mencionado por el rabino ,” Haim” la Vida.
Leyenda
Creación de José Luis Flores Acebo
Esta leyenda sucedió en Guadalajara, cuando pertenecía al seminario menor de los Misioneros del Espíritu Santo. Éramos una comunidad de alrededor de 15 personas contando seminaristas, padres y personal, realmente era una casa modesta pero con todos los servicios, pegada el colegio HYCIG, pero a lado se encuentra una edificación antigua construida por 1920 donde los padres no nos dejaban entrar en la noche.
Por curiosidad decidí preguntar el por qué a mí asesor espiritual al Padre Alejandro, y esta es la leyenda. Eran los alocados años 50s, ahí era el seminario menor donde albergaban más de 200 jóvenes ansiosos de ser seminaristas y permaneces en la congregación, en ese entonces tenían una alberca por las actividades deportivas.
Al ser una instalación grande contaban con mucho personal, donde estaba el jardinero, nombre que no me fue proporcionado, un día llevó a su hija de apenas 5 años al trabajo, pero cual fue la sorpresa que la dejó ir a jugar y después de un rato, por estar trabajando, no la hallaban, hasta que la encontraron en la alberca ahogada y por obvias razones sellaron la alberca, así concluyo el padre Alejandro su relato.
Intrigado y con ganas de seguir investigando por qué tanta restricción decidí preguntarle a los padres de la tercer edad el padre Pedro y Rafa, si sabían mas ya que fue en su época de seminario menor. El padre Rafa se negaba a relatarme la historia pero el padre Pedro con una sonrisa tímida y con nervios decidió darle continuidad a la historia que el mismo vivió en su juventud. Después que falleció la niña, dentro de los corredores aparecían pequeñas huellas con agua y se escuchaba una niña que pedía ayuda y se iba silenciando conforme recorría la edificación. Por ese tiempo ingresaron la nueva generación de seminaristas la cual se decidió no contar la trágica historia para evitar el morbo, pero cual fue la sorpresa cuando aún seminarista, del cual no diré nombre por respeto, se le empezó a manifestar la niña pidiéndole ayuda y que jugará con ella, siempre vestida de blanco y con el pelo mojada, mostrando una sonrisa sarcástica, y que cuando se negaba solo se iba llorando. El seminarista se hartó de las visitas constantes de esta niña y fue con los padres encargados del seminario en ese entonces, ellos decidieron contarle la historia y que al momento de que la niña volviese a manifestarse le dijera cual fue la razón de su muerte y que fuera a la luz, el seminarista impactado y asustado aceptó.
Así fue la noche en que todo paso, el joven se encontraba en su habitación y la niña apareció, el rezo y estuvo dispuesto a decirle su verdad, al contarla la niña saliendo llorando y gritando despertando a todo el personal que habitaba despertó por el estruendo, los padres decidieron proteger a los jóvenes seminaristas pero cual fue la sorpresa, al encontrar al joven seminarista ahorcado en su propia habitación, los padres decidieron cambiarse aún nuevo inmueble, donde actualmente es el seminario menor y cremar, con permiso de los familiares del seminarista, al pobre joven que sufrió esas apariciones, sus restos descansan en el seminario, así el padre Pedro dio fin a su historia con lágrimas en los ojos al recordar el fallecimiento de su amigo seminarista. Mi grupo de seminaristas y yo decidimos saber si actos paranormales aún siguen sucediendo en esa casa, así que con el permiso y bendición de los sacerdotes decidimos entrar.
Realmente no queríamos averiguar que pasaba en esa casa, pero decidimos grabar para promocionar el seminario, enseñando como nos divertíamos, desde hacer deporte, entrevistas y por eso tomamos la decisión de grabar como supuestamente aparecía la niña, realmente fue un problema convencer a todo el grupo y los sacerdotes de dejarnos grabar a altas horas de la noche en aquel edificio abandonado. El plan era meternos cada quien en un cuarto y realizar ruidos de ultratumba, mientras un compañero vestido como niña con ropa negra (se puede ver en la foto, hasta parece Batman), pasaba en medio del pasillo, realmente era solo un juego.
Al entrar le pedimos la bendición de los padres y el guardia abrió el candado de puerta, pero decidió quedarse a resguardar la entrada, ya que sabía sobre la historia y su perro de compañía, no dejaba de ladrar hacia la oscuridad.
Rezamos y encendimos la planta baja del edificio, ya que más arriba no nos dejaban ingresar al ser utilizada como bodega por parte de la escuela HYCIG, una sensación de frio y soledad se podía sentir hasta los huesos, pero sin miedo todos empezamos a grabar, realmente todo salió perfecto y más que miedo salieron carcajadas, pero cual fue nuestra sorpresa al momento que todas las luces se apagaron y un aire frío paso entre nosotros.
Fue el grito masivo de todos los seminaristas que atrajo al guardia sin su perro, ya que el perro no quería entrar al edificio, hacia el interior, solo veíamos la luz de la linterna por parte del guardia, nos calmamos y decimos investigar a ver si se trataba de una broma o si en verdad sucedían eventos paranormales.
Una sensación de miedo nos recorría todo el cuerpo mientras nos acercábamos a revisar cada habitación, cada chillido de la puerta y el silencio, envolvía el misterio del lugar, hasta que llegamos al baño, un espacio amplio, donde pudimos observar como luces blancas empezaban a manifestarse de diferentes formas, pero ese espectáculo fue suspendido cuando las regaderas empezaron abrirse y ruidos de lamentos surgían del foto de la habitación, nadie podía moverse de la imagen que presenciábamos, de pronto esos lamentos empezaron hacer risas y huellas de pies pequeños empezaron a salir de los baños hacia el pasillo.
Espantados y por indicaciones del guardia seguimos esas pequeñas pisadas, que nos llevaban al cuarto 14, lugar donde se había ahorcado el seminarista, fue una imagen que aun en mis pensamientos, sueños y pesadillas me ronda la cabeza, al ver un charco de agua y en el ventanal una persona que nos observaba con una sonrisa que se distinguía de entre la oscuridad, corrimos solo nos pasaba por la cabeza correr, ya no quisimos seguir en ese lugar, ni la bendiciones, ni imágenes religiosas que yacían en el lugar habían servido para contener los eventos paranormales del lugar.
Al ver hacia atrás ya nos encontrábamos fuera del edificio y solos nos miramos entre nosotros afirmando con las miradas lo que habíamos vivido, convencidos decidimos rezar por las almas que aún no encontraban luz, para que descansaran en paz, así fuimos a platicar a los sacerdotes lo sucedido, ellos solo escuchaban atentos y nos mandaron a dormir para que descansáramos por la experiencia que habíamos vivido. Hasta en la mañana fuimos por las cosas que habíamos dejado el día anterior, así como cerrar puertas y apagar las luces que creíamos habíamos prendido, ya no nos quedaron ganas de volver a entrar o siquiera pasar enfrente de esa edificación. Así termina mi relato, la foto que esta son momentos antes de ingresar a la casa, perdón por no encontrar el video.
Escuela
Creación de H.Z.A.
Sólo dos pupitres ocupados. Sobre ellos dormían dos estudiantes con la cabeza escondida entre sus brazos. El maestro entró acompañado del rechinar de sus zapatos; su presencia no tardó en quedar aprisionada por la languidez del salón. Bastaba poner un poco de atención para alcanzar a oír el zumbido de las respiraciones automáticas provenientes de los estudiantes, bastaba quedarte un poco estático para unirte a ese dueto de sopor. Pero esto último era algo que no se permitiría el maestro: a esa hora, en ese ambiente, el sueño se imponía como un enemigo implacable contra el que era menester luchar. Dejó sus cosas sobre el escritorio, luego se sentó en su silla. Miró su reloj: 7:15. Faltaban cinco alumnos. El examen había quedado programado a las 7. Se puso de pie, lo importante era moverse. Hubiera deseado encender un cigarrillo, largarse con un ruido estruendoso, interrumpir la somnolencia con el alarido de su huida, ponerle vida a la mañana que apenas era parida con el aviso de su ausencia; lo que hizo en cambio fue sólo salir al pasillo. Observó su ubicuidad vacía, su profundidad mortecina. Las lámparas de luces blancas que allí yacían se derramaban como leche incierta sobre el hormigón de las paredes. Se escuchó un leve ruido en las escaleras, alguien tosía. Vio la gran figura del subdirector apoderarse de la amplitud del pasillo. Era un hombre obeso, vestía un traje arrugado, tenía la corbata floja. Cargaba un fólder azul con un contenido voluminoso. Sudaba, las escaleras lo habían agitado. Su cara estaba acuosa y enrojecida. Sacó de la bolsa de su saco un pañuelo decolorado que se llevó a la cara para secarla. Después tosió de nuevo, con el mismo pañuelo impidió que la saliva sobrepasara la frontera de los labios. Finalmente llegó a la entrada del salón donde el maestro lo esperaba, abrió el fólder y le tendió los siente exámenes finales y las actas de calificación a este último. Enseguida preguntó:
--¿Cuántos faltan?
--Cinco señor subdirector.
--Son muchos maestro, son muchos...
-- ¿Cree que lleguen todos?
--Nunca se sabe.
--¿Hasta qué hora debo esperar?
--En el momento en el que llegue otro alumno empieza.
--Muy bien...
--Recuerda lo que hablamos ¿verdad?
--Sí, aunque tengo algunas dudas.
--Dígamelas.
--¿Me ha dicho que la consigna es que todos pasen?
--Correcto.
--¿Pero no puedo darles las respuestas?
--No, recuerde que es de vital importancia hacerlos creer que aprenden.
--¿Tampoco se puede hacer algo con las actas donde aparecerá su calificación?
--No, el Ministerio vigila con rigor la coherencia de cada dato que ponemos en los documentos que le entregamos.
--Pero es que, siéndole franco, ninguno tiene la más mínima posibilidad de aprobar el curso.
--¿Qué hay de los trabajos? --La mayoría no los entregaron, y el que lo hizo me entregó un trabajo de historia incompleto; mi clase es de filosofía...
--¿Las participaciones? --La mayoría no habló, si es que llegaron a estar despiertos o a venir... --¿Tareas? --No entregaron ni una sola.
El diálogo fue interrumpido por el ruido que hizo una burbuja de chicle al estallar proveniente del cuarto alumno que en ese momento llegaba, su quijada se movía al ritmo del chicle de frambuesa que estaba masticando. Dijo buenos días secamente y fue a ocupar uno más de los pupitres. Cuando el maestro quiso recuperar el diálogo, sólo pudo ver la ancha espalda del subdirector alejándose hacia las escaleras. Mientras iba aminorando su gran volumen en la distancia, alcanzó a decir unas palabras que fueron tragadas por la profundidad del pasillo: “Confiamos en usted maestro, confiamos en usted, por eso lo contratamos...”. El maestro rumió la frase consternado y volvió a su escritorio.
Aclaró la garganta con estridencia, fue el mejor gesto que encontró para despertar a los estudiantes que dormían. El último que llegó no dejaba de hacer burbujas con su chicle de frambuesa. El maestro aclaró la garganta de nuevo. Los durmientes comenzaron a despertarse con fastidio. El maestro les entregó su examen. Dio las instrucciones: contaban con una hora. Los estudiantes sacaron sus lápices y empezaron a tachar con apatía la que creían era la opción correcta.
Pasaron cuarenta minutos tensos que el maestro padeció más que nadie. Ninguno quería estar ahí: los alumnos por hastío y el maestro por zozobra. De pronto el del chicle de frambuesa se paró para dirigirse al escritorio del maestro y entregar su examen serenamente. Luego regresó a su lugar, tomó su mochila, desmembró su serenidad y comenzó a estrellar el pupitre en el suelo. Los otros dos alumnos se limitaron a observarlo silenciosos. El vuelo de los pedazos de madera del pupitre fue acompañado por la violencia de unos gritos sabor frambuesa. Cuando el aniquilamiento del mobiliario concluyó, simplemente salió del salón despidiéndose de todos con un adiós cordial. Sin tener tiempo de integrar a su mente lo que recién había pasado, al maestro no se le ocurrió otra cosa más que salir al pasillo a tomar aire; la situación lo estaba sofocando y el último suceso había terminado por hurtarle el aire por completo. Cuando decidió regresar a su escritorio se encontró con los dos alumnos restantes que seguían deslizando el carbón de sus lápices como si nada hubiera pasado. Ellos entregaron su examen quince minutos después de la hora estipulada.
Un rojo trémulo fue tachando la mayoría de las respuestas en los exámenes. El maestro hizo lo más que pudo por contener el pulso desbocado de la mano que dirigía el bolígrafo. No tardó mucho en terminar de calificarlos. El resultado fue el esperado: nadie estuvo siquiera cerca de la calificación aprobatoria. El temblor de sus manos se incrementó al tomar las actas. En ese momento, una fuerza desconocida poseyó a la tinta roja. La mano no tembló más. Fue escribiendo las calificaciones con una voluntad inesperada. Al terminar se dirigió de inmediato a la oficina del subdirector que estaba en el piso de arriba. Su seguridad fue disminuyendo conforme se iba acercando a su destino, en cada escalón que subía podía ver la cara rechoncha y amohinada del subdirector.
Fue la secretaria quien recibió las actas. Ella alcanzó a ver con estupor la tinta roja que las habitaba. Su gesto, que en un inicio era falsamente amable, cambió de súbito a uno de fehaciente espanto. Le pidió al maestro que esperara afuera de la oficina. La secretaria regresó habiendo pasados unos cuantos minutos, él supo, sin que se lo dijeran, que debía entrar y así confrontar el disgusto inclemente del subdirector. Lo que se encontró fue algo distinto. La flacidez del subdirector no dejaba de ir de aquí para allá dentro del poco espacio de su oficina. Sudaba como nunca antes, su pañuelo estaba completamente húmedo. Se agarraba su gris cabellera una y otra vez. Ni siquiera parecía haber notado la presencia del maestro. De pronto inquirió:
--¿Qué vamos a hacer maestro? ¿Qué vamos a hacer? Dígame: ¿No habíamos quedado en algo?
--Sí, señor subdirector, pero por más que lo intenté no hubo manera de pasarlos, de verdad...
--Pero yo deposité mi confianza en usted maestro, todos las depositamos...
--Créame que hice todo lo posible, de cualquier modo ya veré cómo devolverles lo que me han pagado.
--Eso no importa ahora maestro ¿Qué no ve en lo que me ha metido? Ya vienen, seguro ya están enterados y ya vienen, siento sus pasos...
El subdirector parecía estar conversando con sus fantasmas, ni siquiera había volteado a ver a su interlocutor. Los escasos metros cuadrados de la oficina era incapaces de contener el rotundo nerviosismo de ese hombre inmenso. El maestro quiso calmarlo:
--Si tan solo pudiera hablar con el director, quizá podría arreglar las cosas señor subdirector...
--¡Usted no puede arreglar nada ya estúpido! ¡Confiamos en usted y lo arruinó! ¡Mejor lárguese de una vez!
El maestro abandonó la oficina del subdirector sintiendo una gota de sudor frío bajarle por la frente. Al salir se encontró con el alumno del chicle de frambuesa que comenzaba a llenar de aire una nueva burbuja. La burbuja reventó. Masticó un par de veces el chicle y luego dijo dirigiéndose al maestro:
--Muchas gracias por su curso señor profesor. No es tan malo reprobar después de todo. Esto nos puede servir de lección.
El maestro respondió esbozando una sonrisa apenas perceptible. Lo único que quería era largarse de la escuela. En las escaleras el maestro se encontró con los alumnos que antes conformaran su grupo, exceptuando al del chicle sabor frambuesa e incluyendo a los que no llegaron al examen. Al pasar junto a él ni siquiera lo voltearon a ver. La mirada de ellos dibujaba una filosa línea recta, era un cuchillo inflexible que no permitía una sola curva en el atisbo. El maestro decidió seguirlos. Tal y como lo esperaba, se dirigieron a la oficina del subdirector. Los vio entrar allí con una autoridad fulminante. Cerraron la puerta. Pasaron unos instantes. El maestro sólo alcanzó a vislumbrar un juego de sombras moviéndose en la ventana polarizada de la oficina. Se escuchó un grito desgarrador. Los alumnos salieron lentamente. Se colocaron en línea recta frente al maestro y uno de ellos le tendió una cubeta. Un pulso vertiginoso agolpaba bruscamente todo el cuerpo del maestro. La cabeza del subdirector yacía encallada en un espeso charco de sangre dentro de la cubeta. El maestro tomó la cubeta apoderado por el pavor y con un movimiento incierto. Uno a uno los alumnos fueron sacando sus actas de calificación para mostrarlas al maestro. Él supo lo que tenía que hacer, sólo debía evitar mirar el contenido de la cubeta a toda cosa. Así que sumergió su dedo índice en el charco de sangre seis veces para escribir en cada una de las actas la calificación aprobatoria. Al terminar de hacer esto, la secretaria se acercó para darle al maestro una planilla con pequeñas estampillas en forma de estrella. Él fue pegando una estampa en cada una de las frentes de los alumnos. Después de que la última estrella se adhirió a la sexta frente, los alumnos se marcharon calmadamente.
La puerta de la oficina del subdirector había quedado abierta de par en par, era fácil alcanzar a ver el gran cuerpo degollado que todavía yacía en su silla giratoria. El maestro entró en la oficina y con un sigilo temeroso se fue acercando a la silla. Hizo un gran esfuerzo para arrancar el cadáver acéfalo de allí pero lo logró. El maestro se sentó en la silla, notó la presencia del saco del extinto subdirector que arropaba el respaldo y se lo puso. Su cuerpo quedó extraviado en el desmesurado pedazo de tela. Un teléfono que tenía a unos centímetros, sobre el escritorio, comenzó a sonar. El maestro levantó la bocina, del otro lado del teléfono se escuchó el sonido de una burbuja de chicle al estallar, luego irrumpió una voz cordial: “Bienvenido señor subdirector, confiamos en usted...”.
El bebé demonio
Creación de E.T.M.
Esto le sucedió a dos policías que iban por un sendero cuando vieron a una mujer en medio del camino, tirada en el suelo. Ella estaba en posición de dar a luz pero no se le veía la cara, ésta estaba vestida de blanco y tenía el cabello largo cubriéndole el rostro, daba unos alaridos lastimeros y su vientre se le movía de una manera extraña y muy violenta, como si lo que tenía en su vientre quisiese salir abriéndole la carne del estómago. La mujer no dejaba de gritar y de repente expulsó algo que era como un bebé, se acercaron para auxiliarla sin embargo en ese momento las lámparas de mano no funcionaron, así que sólo se acercaron con las lámparas de los celulares. Era muy poco lo que se veía al momento en que vieron al bebé envuelto en sangre, en placenta. El bebé tenía una cara como de perro, de los bulldogs, toda arrugada. Era una cara aplastada, tenía unos enormes colmillos y su vientre estaba abultado. A la hora que abrió los ojos, estos eran totalmente blancos.
La mujer se hizo hacia atrás, como unos cuatro metros y luego se levantó, eso fue en fracción de segundos. Cuando esto sucedió, el bebé empezó a llorar, aunque no como un bebé normal, sino que era un alarido o aullido. Se puso a gatas y en ese momento quiso atacar a uno de ellos, por lo que el policía sacó su pistola y la accionó pero no salió nada, se escuchó el clic, pero no pasó nada…
Su compañero espantado salió corriendo, por lo que él lo siguió y escuchaban como esa cosa iba detrás de ellos, afortunadamente pudieron encontrar la patrulla pues seguían escuchando los alaridos. La abordaron e intentaron encender la patrulla pero no arrancaba. Esa cosa movió la patrulla de un lado a otro y se escuchaba como gritaba. Uno de ellos intentó accionar su arma larga pero no salían las balas, en un intento desesperado salió de la patrulla y algo le saltó sobre la espalda, mordiéndole la oreja y arrancándole la mitad de la misma. Su compañero salió y le soltó un golpe con el bastón a la cosa que tenía en la espalda el otro policía. El ser cayó en dos patas y lo volteó a ver, le habló como con el chillido de un cerdo y se le entendía algo de lo que decía, “me los voy a llevar, me voy a comer su alma”. Su compañero se desmayó en ese momento. El otro se quedó paralizado y como pudo lo agarró de la camisa y lo jaló hacia la patrulla. Esa cosa había desaparecido y su compañero tampoco estaba ya. En ese momento volteó y vio al ser dentro de la patrulla, en la rejilla, pescado de los barrotes que tienen en medio las patrullas donde llevan a los detenidos. En su boca tenía unos colmillos largos, empezó a chillar, pero no se le entendía, su compañero que ya estaba en la patrulla, salió corriendo, enseguida también lo hizo el otro policía.
Hasta que amaneció encontró una cabaña el segundo policía que huyó, les contó todo a las personas que le ayudaron a regresar a donde estaba la patrulla. Al verla, ésta estaba rasguñada y una llanta tenía una mordida que era imposible que hubiese sido un animal.
Sin embargo su jefe les dijo a todos que había sido un oso… y le sugirió que no volviera a mencionar el tema nunca más.
El escalofriante y misterioso bosque de Aokigahara
Aportación de Caro E.A.
Aokigahara es un gran bosque que se extiende a los pies del monte Fuji en Japón, y que es conocido popularmente como el mar de árboles o el bosque de los suicidas, un nombre que impresiona y que no está puesto de forma ocasional.
Aokigahara es el segundo lugar del mundo donde más se cometen suicidios anualmente, llegando a tener cifras que el gobierno japonés oculta para no sembrar alarma entre sus habitantes.
En este lugar circulan montones de leyendas de demonios y Yureis (una especie de fantasmas japoneses de los que han muerto asesinados, se han suicidado o simplemente han desaparecido en su interior). Un lugar muy tétrico en donde existen caminos que conectan diferentes puntos y donde hay patrullas policiales para evitar que la gente se suicide en los senderos que salen de dichos caminos.
Los carteles de advertencia son escalofriantes y en ellos se pueden leer cosas como: ‘Tu vida es valiosa y te ha sido otorgada por tus padres, por favor piensa en ellos, piensa en tus hermanos, piensa en tus hijos. Por favor busca ayuda y no atravieses este lugar solo.’ Mensajes que tienen como finalidad evitar que la gente vaya ahí a morir sin que nadie le moleste.
El bosque es en sí mismo una trampa mortal, ya que está lleno de cavidades, bajo un espeso e impresionante manto de ramas en el suelo, que ceden dejando enterrados a los visitantes a su suerte sin poder volver a subir a la superficie. En Aokigahara se producen anomalías magnéticas, en donde las posibilidades de perderse dentro son altísimas, debido a un extraño efecto en donde los seres humanos directamente, es como si se desconectasen de la realidad, como si perdiesen la noción del tiempo y del espacio, sin poder regresar a los caminos. Los móviles no funcionan aquí y la realidad es que toda la zona impresiona por un silencio atronador que parece invadir algunas zonas muy determinadas en donde aparecen además la mayoría de los cadáveres.
Los carteles de advertencia o las tintas policiales para evitar que nadie salga a los subcaminos aparecen continuamente, e incluso se recomienda usar alguna cuerda, cinta aislante o listón por donde se camine para poder dejar rastro y así regresar. Sin embargo las cintas adhesivas colocado por los excursionistas comúnmente no son retiradas por los mismos creciendo así gradualmente su aparición y encontrándose hasta a un kilómetro dentro del bosque. Después de este primer kilómetro, en dirección al monte Fuji, el bosque se encuentra en un estado más puro, por decirlo así, con zonas libres de basura y ausencia de presencia humana, en donde se presentan la mayoría de los avistamientos extraños de esta zona.
Aoikigahara es un espesísimo bosque donde apenas penetra la luz del sol, y en el que hace más de 1,200 años suceden los incidentes de avistamientos de espectros y criaturas, ya que desde la antigüedad se han visto extrañas entidades de tipo reptil, demonios a los que se ha llamado como Oni, y aparentemente espíritus maléficos como los llamados Yurei, fantasmas y difuntos que se creían que eran las almas de enfermos, niños y ancianos que un día perdieron aquí su vida abandonados por sus propias familias a razón de no poder mantenerlos durante cientos de años, además de que tremendos asesinatos se han llevado acabo ahí mismo, dejándose los cadáveres ahí para ser confundidos con suicidas. De esta forma, Aoikigahara es posiblemente uno de los lugares de mayor energía negativa del mundo.
Es un lugar que para muchas personas de Japón alberga más que espíritus y fantasmas, una impregnación del mal. Una cantidad de maldad ocurrida ahí de una forma tan abrumadora que hasta pareciera tener vida propia y arrastrar mentalmente hasta los rincones más profundos de sus entrañas a sus visitantes, haciéndolos escuchar voces o mensajes subliminales sobre quitarse la vida y haciéndolos también ver cosas y seres indescriptibles que los orillan finalmente a suicidarse, alimentando así de energía negativa a los Oni o demonios que permanecen acechantes entras las ramas del bosque y que generalmente aparecen con más frecuencia sobre las 3 de madrugada.
¿Será que todos estos seres han incitado en realidad a sus visitantes a quitarse la vida?, ¿qué otros misterios aun no descubiertos encerrara este extraño bosque?, ¿y ustedes se atreverían a entrar en él?.
¿Julio Verne, viajero en el tiempo o simplemente muy imaginativo?
Creación de Alina Muñoz
Julio Verne es uno de mis escritores favoritos, es un escritor clásico, que tal vez ha sido poco entendido. Existen muchas dudas que giran en torno a él. Alguna vez se han preguntado por qué o de qué manera tenía a su alcance tanto conocimiento futurista, inventos, criaturas, lugares descritos a la perfección y plasmados en sus majestuosas obras.
No he alcanzado a leer todo lo escrito por él aún, pero lo que he leído de su vida y sus obras, han sido suficientes para desatar mi curiosidad. Son demasiadas las coincidencias que existen en sus obras con todo lo que se ha ido descubriendo poco a poco. Deja ver con claridad la tendencia que tenía hacia las cosas de ocultismo y masonería entre otras muchas cosas más; basta con ver su tumba para darse cuenta. También poseía una fascinación y pasión por el mar en el cual navegó varias veces. Por otro lado, no se saben los motivos que su sobrino favorito tuvo para intentar asesinarlo, ya que en realidad es poca la información que se encuentra de él en internet sobre su vida privada. Un punto más para tomar en cuenta, es que varias lugares o situaciones sobre los que escribió, aún no hemos llegado a esos tiempos y quién podría decir que no sucederá.
Hay algunas personas que se han dado a la tarea de examinar su vida y sus escritos para decir con firmeza que Julio Verne es un viajero en el tiempo, que es imposible que haya sabido tantas cosas de un futuro tan lejano por lo menos para él. De hecho, su última novela tardó mucho tiempo en publicarse, su mismo hijo, Michel Verne, le hizo modificaciones al escrito por no estar de acuerdo con la ideología de su padre. Le quitó cinco capítulos a la obra para ponerle 20 más de su puño y letra. De igual manera tiempo después, se publicó la obra tal cual Julio Verne la escribió, traduciéndose a varios idiomas y titulándose “París en el siglo XX”.
Creo que sería increíble ver ese mundo que narra tan detalladamente en su libro “Viaje al centro de la tierra”, aunque podría ser posible porque no es el único relato que podemos encontrar acerca de este tema. Se puede encontrar mucha información de diferentes personas, un par de exploradores han dado testimonio que muchas de las cosas que Julio Verne escribió hace tantos años eran realidad. Existen hasta personas que han ido a parar al manicomio por haber narrado que fueron al otro lado del mundo. Casi siempre escuchamos que el lado opuesto a donde nos encontramos era el otro lado de la tierra, es decir China; pero qué pasaría si el otro lado fuese el mismo centro de la tierra. Últimamente se ha escuchado que se está abriendo cada vez más el agujero que se encuentra en Siberia; que la aurora boreal es en sí el reflejo que se da del sol interno que hay bajo nuestros pies; que los patos vuelan al norte para ir al calor del centro de la tierra.
Y las preguntas no se dejan esperar, si es que hay vida bajo este suelo por el que deambulamos día a día, ¿cómo serán los seres que allí se encuentran? ¿Qué tipo de vegetación existirá? ¿Sus días serán eternos como se rumora? Suponiendo que hay otro tipo de vida bajo nuestros pies, ¿serán seres amistosos?
Son tantos los enigmas que guarda para nosotros la tierra, que tal vez tener la mente abierta en lo que el atrevido escritor Julio Verne quiso contarnos a través de sus novelas de ficción, pueda prepararnos para el futuro. Sería interesante darnos a la tarea de investigar un poco más y creer un poco menos en lo que nos cuenta la historia plasmada en libros de texto, ya que al final hay muchas personas en la historia que se les ha dado por demasiado imaginativos o locos y que han terminado teniendo la razón.
Para mis difuntos
Creación de Carlos Erazo
Chilaquiles verdes, cigarros y botella de tequila para Roberto; Sushi y vino tinto para Ariadna. Es la primera vez que pongo un altar para muertos en un día como hoy. Aún me sigue costando trabajo hacerme a la idea de que no están a mi lado las dos personas que más significado le dieron a mi vida. La forma en la que Roberto falleció fue trágica pero aún peor resultó el desenlace de Ariadna y no es tanto por la forma de morir, sino las extrañas circunstancias que envuelven su deceso. No es una historia que me agrade contar, pero en su momento lo hice tantas veces que ya no resulta tan complicado hacerlo. Mi nombre es Rocío y así fue como sucedió:
Ocurrió el pasado 17 de abril por la tarde, Cuando llamó la señora Ángela, madre de Roberto, me encontraba en casa planchando la ropa que me pondría al día siguiente para presentarme a trabajar. Mentiría si dijera que tenía algún presentimiento de lo que estaba ocurriendo o estaba por ocurrir pues para ser francos, mi estado anímico era normal, el de una persona que plancha mientras piensa en los pendientes que tiene que hacer al llegar a la oficina. En aquel departamento sólo vivía con mi mejor amiga, Ariadna, ella no se encontraba pues regresaría más tarde de un campamento al que acudió con sus ex compañeros de la preparatoria. La voz de la señora Ángela, resultaba serena, como quien llama sólo para preguntar lo básico sobre tu vida pero después de unos segundos de la cotidianeidad rompió en llanto.
–Nuestro Robertito ha fallecido –dijo claramente entre lágrimas–. Sufrió un accidente anoche y ahorita estamos velando su cuerpo…
Después de eso, lo siguiente que pronunció ya no me resulto posible digerirlo, sólo entendía algo sobre Roberto ebrio, un carro, atropellado. No sé si la llamada duró minutos, horas; no lo sé. Fue hasta que iba en el taxi, cuando volví a recuperar la cordura. Paso por alto si lloré, si ofrecí algún consuelo a la señora e incluso desconozco en que momento anoté la dirección de la funeraria. Resultó irónico el hecho de portar el vestido negro que planchaba cuando recibí la llamada. Y ahora que lo pienso por qué me disponía a llevarlo al trabajo si nos encontrábamos en plena primavera; una señal quizá. Aquel hombre robusto que manejaba el taxi se limitaba a verme por el retrovisor y manejar de forma apresurada, aún guardo en mi memoria ese aroma nauseabundo que desprendía el auto o el chofer.
La cita era en un lujoso velatorio ubicado al sur de la ciudad y al llegar reconocí a compañeros de Roberto llorando y fumando en el balcón. Al ingresar me temblaban las piernas a cada escalón que subía, mentalmente imaginaba la forma en la que actuaría al momento de entrar a escena e interactuaría con los padres de él. Al estar frente a la capilla donde aguardaba su cuerpo, fui invadida por el aroma de las flores, mezclado con los lamentos y humo de cigarro. Fui recibida por la señora Ángela, quien entre sollozos me abrazaba fuertemente diciéndome una y otra vez que nuestro Robertito se había marchado. Después de un interminable momento de llantos, y abrazos con la mayoría de familiares y amigos de quien fuera mi novio alguna vez, me dispuse a pararme frente al ataúd y contemplar su eterno sueño.
Ahí estaba él, algo irreconocible por el exceso de maquillaje que usaron para cubrir cicatrices y moretones que dejó aquel funesto accidente. Al estar frente su cuerpo, mentalmente le decía una y otra vez: “Debiste dejar de tomar, debiste cumplirme tu promesa. Nunca hubiéramos terminado y tú seguirías con vida”. Fue la señora Irma, tía de Roberto, quien me contó de forma detallada lo sucedido:
“Dicen que salió muy borracho de esa cantina, prendió un cigarro y tambaleándose cruzó la calle sin percatarse de que un taxista se dirigía con exceso de velocidad hacia él. Dicen que los frenos de carro se escucharon a varias calles a la distancia y que igual fue la distancia a la que el cuerpo de Roberto fue proyectado, matándolo inmediatamente. Pero eso no es todo, no sólo él falleció sino también el chofer pues al momento de frenar tan abruptamente, el carro volcó dejando prensado al pobre señor que en paz descanse”.
Así murió y como siempre dejando secuelas por su alcoholismo, sentía horrible verlo ahí sin vida, pero si en ese momento lloraba, quizá era por la pena que me causaba el sufrimiento por el que estaba pasando la familia del chofer.
Habían pasado más de cinco horas desde mi llegada al lugar y después los acostumbrados rezos, el recordar anécdotas, llorar una y otra vez; tuve un tiempo a solas en el que recordé no haberle avisado a Ariadna sobre lo ocurrido y no fue hasta que saqué mi celular para marcarle cuando me di cuenta que estaba apagado pues me disponía a cargar la batería cuando terminará de planchar, esto antes de recibir la llamada de la señora Ángela. Inmediatamente pregunté si alguien poseía un cargador, afortunada o desafortunadamente alguien traía. Proseguí a enchufarlo, esperé a que saliera el símbolo de la batería y de inmediato lo encendí. En ese momento el Cura llegaba a la capilla para oficiar la misa de cuerpo presente, los asistentes se levantaron de sus asientos, los padres y familiares de Roberto se situaron al frente del ataúd, aquellos que se encontraban fumando en el balcón apagaron sus cigarrillos y acudieron también. Por mi parte me quedé parada hasta atrás, a un costado de la cafetera y las galletas, mirando de reojo que estuviera cargando de forma correcta mi teléfono. La misa comenzó:
–Esta noche nos encontramos reunidos para celebrar el encuentro de Roberto Díaz Olivares con nuestro señor Jesucristo –pronunció el cura mientras alzaba la mano derecha, haciendo la señal de la santa cruz- . En el nombre del padre, del hijo y del espíritu…
Su oración fue interrumpida por un sonido estrepitoso que causaba la canción de Pink, Wrong Way; se trataba de mi celular sonando y era Ariadna quien llamaba. De forma inmediata lo desenchufe y sin pedir disculpa alguna salí de la capilla deseando que aquel 5% de la batería fuera lo suficiente para hablar con ella y contarle lo sucedido. Contesté la llamada imaginando la cara de sorpresa que pondría al notificarle lo que estaba pasando, sin imaginar que en menos de un minuto yo sería víctima de una sorpresa aún mayor.
–Bueno
–Rocío, ¿dónde estás?– preguntó de forma alterada y sin darme oportunidad de contestarle, ella prosiguió-. Llegué hace horas y te marqué pero ahorita urge que vengas.
–No puedo, pasó algo y ahorita estoy…
–No importa, tu ven– ordenó interrumpiendo mis palabras–. Hace una hora tocaron la puerta, abro y es Roberto que esta borracho, se ve muy mal.
–¿Qué? –pregunté sorprendida, no esperando a que me repitiera lo que dijo, eso lo entendí muy claro. Más bien esperando a que se retractara.
–Llegó llorando, preguntando por ti, apesta a alcohol o no sé qué, trae la camisa llena de sangre y viene muy golpeado. Quizá se peleó o lo asaltaron. Lo deje acostado en el sofá de la sala ¡Ven pronto!
Tal vez usé las palabras incorrectas, tal vez tenía que salir corriendo sin decirle nada para confirmar con mis propios ojos lo que escuchaba pero no fue así. Ingresé a la capilla con teléfono en mano y miré horrorizada el cuerpo de Roberto. Los presentes me observaron, no sé con qué cara me vieron que hasta el padre pausó la misa.
–Ariadna, eso no puede ser. Estoy en este momento en una funeraria velando a Roberto, parada frente su ataúd, falleció anoche.
–¡No me jodas!- exclamo Ariadna mientras en el fondo una voz de hombre se hizo presente.
–Dile que venga- pronuncio él de forma lastimosa.
–¡Rocío, está flotando, Roberto esta flotandooo!–. Gritó Ariadna, dejando así el último recuerdo que tengo de su voz. El teléfono se apagó por falta de batería.
Una vez más, ignoro lo ocurrido después de la llamada. Sólo me veo llegando en el carro de uno de los amigos de Roberto al edificio donde vivo. Había gente afuera, patrullas y una ambulancia. Al aproximarme, vi el cuerpo sin vida de Ariadna al pie de la escalera. Su rostro mostraba una mueca de horror, al igual que sus ojos abiertos como enormes platos. Decían los vecinos que escucharon su grito y al asomarse la vieron bajar los escalones rápidamente, caer y rodar.
Pues bien, esta fue la historia de cómo fallecieron mi mejor amiga y el hombre que más amé. Por increíble que parezca, pasaron semanas para deshacerme de aquel horrible olor impregnado en el sofá de la sala, era un olor a muerto. Un olor al que me había expuesto unas horas antes aquella vez, cuando abordé el taxi. Un olor el cual me hubiera vuelto loca, de saber con anterioridad que el chofer que atropelló a Roberto y falleció posteriormente, fue el mismo que manejaba el auto cuando me dirigía a la funeraria; vi su foto en los periódicos.
Han pasado pocos meses desde lo ocurrido, pero he contado tanto esta anécdota, que ya ha perdido cierto valor en cuanto a miedo en mí. Tres personas fallecieron de forma inesperada y trágica, por ello hago esta ofrenda para darles un poco de paz y dicha a sus almas.
Creación de Víctor Uribe
Salió del baño y ahí seguía, lo que a diario y en sueños también caminaba junto a él.
Cuando era niño no se daba cuenta de lo que podía ver, creció, ….en el metro regresando de la escuela vio entrar a un viejito, tal vez un limosnero, cruzó todo el vagón y cuando llegó al final lo tomó del brazo y le dijo que todo estaría bien, que no se preocupara, se le hizo curioso porque aquel viejito que le habló le regaló una cruz de plata sin pedirle nada y desapareció.
A la mañana siguiente ya veía lo que otros no.
Pasó el tiempo, desde ese día algo cambió, no comía bien, pasaba todo su tiempo en encerrarse en su casa, se la pasaba inmóvil, miraba con concentración en un punto en el que no había nada.
Llegó de correr temprano una mañana de sábado como todos los fines de semana, estaba cansado por los siete kilómetros completados en el fuerte y seco sol de la región árida y desolada en que se encontraba, se estira para relajar los músculos, camina hacia su casa, ve un puesto de jugos y pide uno de mandarina, con sueño, se recuesta y se queda dormido en el sillón, no sueña nada, levanta su mirada hacia el baño y ahí estaba una persona de cincuenta o sesenta años de piel rojiza quemada por el sol, cabello gris, camisa blanca, pantalón azul marino desgastado, lodo pegado a sus zapatos, lo miraba fijamente con odio y rencor, nada de eso sentido hasta ese día, sólo, aquella mancha negra inmutable que había invocado.
La Muerte es vida
Creación de Daniel M.
Como siempre la calaca
cual hormiga laboriosa
en su trabajo destaca
llevando al muerto a la fosa.
A las casas de la gente
entra y sale, sube y baja
buscando muy diligente
al vestido de mortaja.
A ella no le interesa
ninguna razón mundana:
sexo, color o riqueza,
o los días de la semana,
Se acerca sin previa cita
tanto al débil como al fuerte
y en su alma deposita
la noticia de su suerte.
Hay un profundo misterio
al emprender el camino
mas no es el cementerio
el final de nuestro sino
Vida y muerte se repiten
en un ciclo interminable,
nacer y morir compiten
en una lid amigable
Por lo tanto, los temores
que aprendimos en la infancia
simplemente son errores,
producto de la ignorancia
Es la muerte bondadosa
pues ilumina nuestro ser
como aurora luminosa
en nuestro nuevo amanecer.
Cuento de mello
Creación de A.D.N.
Un día caminando por la calle de los Rojas, como siempre con la vela en mi mano, quemándome con la cera que chorreaba; caminaba en la oscuridad y sentía el viento, ese viento que hasta su hablar se oye “aquí estoy, no me olvides Chatita linda”. Y empecé a erizarme de miedo, con el deseo de correr, pero no podía, la calle estaba llena de charcos porque ese día en especial había llovido muy fuerte, los sapos brincaban entre mis pies y yo con ese miedo. Mis pies hundidos en el lodo, con la suavidad de ellos yo gritaba y me llenaba de espanto sentía como brotaban de entre el lodo; gritaba y gritaba, saltaba junto con ellos con sus ojos parpadeándome. La casa estaba tan cerca y tan lejos en esa oscuridad donde la única luz era la luna y esa noche nublada ni la luna alumbraba; así que no alcanzaba a distinguirse mi casa y yo con el corazón encogido camina y camina, sin lograr llegar. Parecía como si la casa se hubiera desaparecido, penumbra y más penumbra; ese mugir de las vacas y allá, más lejos, el aullar de un perro. Caminaba sin voltear a los paredones que fueron de Ofelia y eran tan oscuros como la negra noche, temiendo con ese sentir que se me salía el pecho “¡que no me salga la mujer blanca o el charro negro!”. Y mis pies que aparentemente los movía y parecía como que no pasaban del mismo lugar, aunque les hablara no me respondían como yo quería; el corazón se me encogía y el estómago se me oprimía y yo pasmada seguía y seguía. Al pasar por la casa de Rafaela, ella estaba sentada detrás del mostrador con su carne llena de gusanos brotando y tratando de salir, yo me horrorizaba “¡qué miedo al voltear a verla!”, ella ya estaba muerta, pero se aparecía por la noche con su carne agusanada, que nadie compraba; estaba tan horrorizada que corrí y corrí, hasta que a mi casa llegué y me acosté. Sólo la cabeza asomaba de cuando en cuando, pensando en qué momento se me podría aparecer un espanto, y aunque dormida me quedé sonámbula me paseaba por la casa y hasta al patio me salía dormida sin importarme los espantos.
Almas del purgatorio
Creación de José Luis Flores Acebo
Mi familia es muy católica, pero no tocare este punto. Siempre asistíamos de forma diaria a la Iglesia de San José ya sea por misa, rezar o momentos de meditación, por la cercanía de nuestro antiguo hogar, Como ustedes saben remodelaron una parte donde depositan las cenizas y donde se encuentra el Santísimo, lugar donde reposan algunos de mis familiares. Como era costumbre mi tía, cuyo nombre no daré por respeto, asistía a rezar, siempre cerca del santísimo, en un estado que parecía no estar en este mundo, inclusive se llegaba a escuchar diferentes voces que le respondían mientras ella seguía orando. Un día estando en la casa, llego con una cara pensativa, de manera que nos preocupó y le preguntamos qué había sucedido, ella había regresado de hacer sus oraciones y se percató de la visita de un niño, que lo describió como de 8 años, con el pelo negro, así como sus ojos, que le pedía ayuda para salir del agujero negro y sin fondo en el que se hallaba, ella asintió, tomo su rosario y al volver la mirada, el niño había desaparecido, fueron apenas tres segundos que volteo la mirada, a donde pudo huir ese niño, fue la pregunta que lo rodeaba la cabeza durante el trayecto de regreso a casa, así como de cual agujero negro hablaba el pequeño.
Así pasaron días y el niño aparecía, de vez en cuando con un señor de la tercera edad que no hablaba solo fijaba la mirada directa a mi tía, solo el niño daba el mismo dialogo de ayuda y desaparecían en los pasillos de la Iglesia. Mi tía ya no se asustaba, ya que anteriormente le habían sucedido eventos paranormales y podía observar espíritus, era raro que algo la inquietara. Pero sucedió, el niño converso con ella de una forma más directa, sin el anciano, le pidió que siguiera orando por las almas del purgatorio y que si podía acompañarla a casa para sentirse más protegido.
Ella asintió, pero los nervios le rodeaban todo el cuerpo, en que se había metido, a quien había dado las llaves de nuestro hogar para ingresar. Realmente cuando nos contaba lo sucedido y que habría un nuevo huésped en la casa, no sabíamos si el espíritu nos quería observar o cuales eran las intenciones de este, pero al pasar de las semanas fue un espíritu que sociabiliza de manera tranquila con la familia, de repente los juguetes cambiaban de lugar o se movían, como si una mano invisible jugara con ellos, o la risa de un niño feliz corriendo por la casa jugando a las escondidillas, hasta protegidos nos sentíamos porque Raúl, nombre que le dio el niño a mi tía, estaba siempre en la casa, fue en la noche que regreso mi tía de sus oraciones, cuando todos nos encontrábamos cenando, ella subió a su habitación dando un grito enorme con desesperación, por consecuencia corrimos a la planta alta hacia su habitación, pero la puerta de la chapa nos impedía entrar, solo se escuchaban lamentos y gritos de mi tía, así como de otras personas, también llamas como de un incendio empezando y con olor putrefacto, que teníamos que hacer, no servía la chapa y la puerta no la odiamos tirar, hasta que todo se calmó y mi tía llorando, salió del cuarto, dando la explicación de lo sucedió y que Raúl ya no estaría en la casa, sino en un mejor lugar.
Al momento de ingresar a su habitación mi tía se topó de frente con Raúl y con el señor de la tercera edad, pidiendo su ayuda, ocasionando el grito de mi tía, en ese momento el cuarto de mi tía, según nos relató, ya que nosotros no observamos lo que sucedía al intentar abrir la puerta, se tornó obscura y con llamas alrededor.
Lo que sucedió dentro de la habitación fue que diferentes espíritus, algunos en forma de esferas de luz y otros con su apariencia de cuando vivían , se empezaron a manifestar, junto con el niño y el anciano, hablando y pidiendo ayuda en forma de lamentos, mientras algunos los tomaba las llamas y los jalaba a la pared para que desaparecieran, ellos le pidieron a mi tía que se quedara con ellos para que observaran el sufrimiento al no poder seguir la luz, ella llorando negaba aquel acto de valentía, solo quería escapar. Al ver a mi tía tan desesperada, el niño se le acerco y trato de animarla pidiéndole, que aunque iban a estar separados, siguiera rezando para que las almas que observo puedan alcanzar la luz, desvaneciéndose todas aquellas imágenes que mi tía haba presenciado, y de alguna forma u otra despedirse de Raúl y el anciano, junto con todas las manifestaciones, fue ahí donde mi tía salió llorando y tomamos la decisión de hablar con algún sacerdote lo acontecido.
Fue así como me tía y yo solicitamos una cita con un padre de la iglesia de San José, en ese entonces el encargado y administrador de la iglesia, en las oficinas dentro de la edificación. Nos pasó a su pequeño cubículo, adornado con un escritorio simple de madera, una biblioteca e imágenes religiosas, junto con una foto del papa, en ese entonces Juan Pablo ll. Se sirvo un vaso con agua, limpio sus gafas y asintió con la cabeza dando la señal de que comenzara el relato, durante la explicación de lo sucedido por parte de mi tía, el padre parecía no impresionarse ya que solo interrumpía en algunas partes para aclarar lo sucedido y darle unos pequeños sorbos a su vaso con agua.
Al final el padre explico él porque de este suceso, ya que mi tía al orar por las almas del purgatorio, permitía que estos se acercaran a ella, por eso las voces, al buscar llamar la atención los espíritus aprovechaban los rezos por parte de mi tía y al decirles su nombre ayudaba a las almas a que encontraran esa paz o fuese el motivo por la cual estaban ahí. Mientras el anciano y el niño eran como su vía de comunicación, ya que no pueden ser ángeles por encontrarse ahí, los llamo intercesores, pero pueden librarnos de demonios, enfermedades y males de todo tipo, por eso pedían que estuvieran en nuestra casa. Las imágenes o revelaciones que tuvo fue para que creyera en las oraciones y fe que estaba realizando para evitar que las personas no dejaran en el olvido a las almas de las personas, ya que la oscuridad representaba el limbo donde estaban al no poder hacer nada y él fuego la cercanía que tenían con el infierno. Por último finalizo, el padre el olor putrefacto, provenía de la cercanía de la cual mi tía había estado del infierno, donde la llevaron las almas, en ese momento un aire frío envolvió la habitación y se escucharon pequeñas voces, como de un niño, haciendo llorar a mi tía, sin embargo no quiso decirnos que había escuchado. El padre nos dio su bendición y pidió no hablarnos de esto porque no es muy común que sucede y la gente puede burlarse o criticar, esta historia, solo la sabíamos mi familia y el sacerdote hasta hoy. Actualmente mi tía reside en Dublín, donde aún almas piden su ayuda pero ella solo pide su nombre y contesta que por medio de la oración buscara la sanación de la pobre alma, negándole la entrada a su casa, mientras nosotros nos cambiamos de casa para evitar otra manifestación que haya podido quedarse. La casa actualmente es una empresa de cajas, por parte de mi familia, donde cuentan los empleados que sombras aparecen en el cuarto de la planta alta, no realizan escándalo solo se aparecen y desvanecen como si no tuvieran un lugar fijo o buscaran hallar su libertad, claro que los empleados no saben la historia.
“Dedicada a mi abuelo Alejandro Flores y a todos aquellos que nos inquieta y nos aterroriza saber de lo paranormal”
Entre muertos y nahuales
Creación de Alina Muñoz
–¡No te comas la fruta! –me decía mi mamá dándome un golpecito en la mano para quitarme del altar de muertos. Decía que los muertos me vendrían a jalar las patas por quitarles su comida. Cuando eres una niña, te da miedo pensar que te pueden venir a visitar los muertos como castigo. La ofrenda no era muy grande, pero me parecía mágica por todo lo que le ponía mi madre, entre el papel picado de colores que me encantaba mirar por las formas que tenía, las flores de cempaxúchitl y su peculiar olor, hasta el chinchol que le ponía, que podría ser tequila o brandy para el abuelo. De repente también disfrutaba quitarle los huesitos al pan miniatura de muerto que ponía, aunque ya sabía que me regañaría mi madre nuevamente, pero es que a veces lo hacía y sabía tan rico, que era imposible no probarlo.
Lo que si no me atrevía era a comer las cosas después del día de muertos porque decía mi mamá que ya lo habían tocado los muertos, además de que el sabor se le había ido a la comida, el alcohol se había casi consumido y los cigarros ya no sabrían a nada. Más por temor que por una razón que fuese válida, mejor no probaba nada. Lo único que a veces guardaba mi mamá eran las calaveritas de dulce para endulzarnos el agua, les quitaba toda la azúcar que traía de colores y el papelito con el nombre para poder usar la parte blanca.
Me gustaba escuchar al abuelo narrando las historias que había vivido con los nahuales; el abuelo vivía en un pueblo donde abundaban las historias, donde las costumbres mexicanas todavía se respetaban, usaba siempre camisa y pantalón de vestir, un sombrero viejo, unas botas desgastadas de tanto caminar o andar en bicicleta, se veía tan fuerte a pesar de que su cuerpo no se movía del todo bien, pues después del accidente en su juventud, él perdió gran parte de su movilidad y a pesar de todo él parecía de acero por la fuerza que tenía. Siempre nos contaba las mismas historias, pero yo no me cansaba de escucharlas una y otra vez. Cada vez que contaba alguna de ellas, la narraba como si fuese la primera vez que la contaba, con el mismo entusiasmo siempre, con los mismos detalles, era hasta mágico escucharlo.
Contaba que uno de aquellos días en el pueblo, cuando era un hombre joven, caminaba solo por la calle y de repente le salió al encuentro un perro negro como aquella noche, éste le comenzó a seguir y de repente, en cuestión de segundos ese perro se había convertido en un hombre. Yo pensé que él se habría asustado, sin embargo, mi abuelo le dijo al hombre, no me quieras asustar que ya sabía que eras tú. Reía cuando contaba esa historia, no tenía miedo, creo que ya no le tenía miedo a nada sobrenatural.
Hasta en su lecho de muerte, recuerdo que días antes de que muriera el abuelo, él comenzó a decir que veía a todos sus familiares muertos, a su padre, a su madre, en fin, a mucha gente que falleció. Una noche antes de morir dijo que se iría en su caballo, que ya no volvería a darnos lata. Era alguien muy diferente a toda la gente que he llegado a conocer.
Así que mi madre dejó de poner su altar por mucho tiempo, quedó muy triste con el deceso del abuelo, sólo ponía una vela azul para recordarlo. Fue hasta que un buen día lo volvió a hacer, ya no lucía con tantas cosas como antes, pero ahora tenía un toque diferente, la persona más querida se encontraba allí, en una foto. Yo también llegué a ponerle sus cigarros, no le gustaba cualquier cigarro, así que debían ser de los rojos y para beber una coca, se la servíamos en unos trastecitos que compro muchos años atrás mi madre. Eran trastes miniatura, se veían muy lindos, hasta un pequeño molcajete con su temolote le ponía. Aunque de verdad, que a pesar de que era muy colorido el altar, ya no lucía con la misma chispa que antes, ahora tenía un significado sentimental más triste.
Un día quise dejar los mitos atrás, como por esos años fumaba, probé al día siguiente del día de muertos los cigarros, me sentí grande como para pensar en cuentos de niños. Tal vez nadie lo crea, pero no sabían a nada y el alcohol tampoco, ya no quise arriesgarme a probar lo demás. Había tenido suficiente con aquel experimento que me llenó de un poco de temor y alegría, ambos sentimientos derivados del hecho de que no encontraba explicación para la insipidez de lo que probé y la dichosa esperanza de saber que realmente mi abuelo se había ido satisfecho con lo que le habíamos puesto en la ofrenda; tal vez todo lo que dijo el abuelo y mi madre siempre fue cierto… ¿quién podría comprobarlo?
FOTO: Sergio Muñoz
La mujer vendada
Creación de José Luis Flores Acebo
El estruendo de la lluvia hizo que abriera de manera lenta los ojos, solo percibiendo los colores de la televisión prendida, mientras los tallaba para ver de manera más clara la oscuridad del cuarto donde me había quedado dormido y solo.
De pronto de manera rápida se azoto la puerta, cerrándose, por mi mente pasaba fue el viento, pero cual fue la sorpresa al momento del relámpago, que ilumino la habitación, al poder percibir una figura delgada, vestida de blanco con una larga cabellera negra, pero con la boca cocida y ojos negros, en ese momento mi mente y cuerpo se desconectaron, ya que pensaba en correr pero las piernas se volvieron como raíces pegadas al sofá donde me encontraba, la piel se me enchino aún más al volver observar donde se encontraba esa figura y no encontrarla.
Mire a cada rincón de la habitación buscando esa espectral figura, mientras el corazón latía de forma que se quería desprender de mi cuerpo pálido por el acontecimiento ocurrido, me sentía aliviado, no se encontraba en la habitación, de seguro fue mi imaginación, pero el sonar de las gotas rompiendo en el ventanal, no me dejaban pensar las cosas claras, decide que era tiempo de abandonar esa habitación y dirigirme a mi cuarto, no sin antes apagar la TV, persignarme y pedir la protección para evitar esos malos pensamientos.
Saliendo de la habitación, subí las escaleras, la lluvia se había tornado más fuerte, mientras los rayos y gotas de lluvia parecían estar en un baile al contar con una sincronía estupenda, pero al momento del relámpago, un lamento se dejó escuchar y la misma figura volvió aparecer debajo de las escaleras, aprovechando la luz como consecuencia del relámpago para mostrar su presencia, pero al ver esa figura espectral comprendí que no eran lamentos, era la risa de ese ser, que al tener la boca cocida no podía soltar la risa demoniaca que tenía, empezó a subir y mis ojos empezaron a inundarse de lágrimas, por Dios, que criatura era esa, mis piernas congeladas por las imágenes que pasaban por mis ojos no respondían, solo observaba como aquella figura caminaba lentamente hacia mí, riendo y tratando de alcanzarme alzando sus manos esqueléticas y con las uñas largas, en un acto de valentía pude salir corriendo de las escaleras sin mirar atrás con lágrimas en los ojos, que está pasando, me repetía a mí mismo.
Pero por fin estaba en mi cuarto donde cerré de manera brusca mi puerta, pero el sufrimiento no acabo ahí, ya que los pasos de ese ser oscuro se escuchaban subiendo las escaleras de madera, cada paso en seco, aceleraba mi corazón, a donde huir, que quiera de mi o a quien le tengo que pedir ayuda, era los pensamientos que inundaban mi cabeza, hasta que el ruido se fue acercando enfrente de la puerta de mi habitación, donde se detuvo y soltó una carcajada de ultratumba.
Subí rápido a mi cama, donde pude apreciar como una sombra entro al cuarto entre la puerta y el piso, mientras reía y se ocultaba en la sombra del cuarto, podría estar en cualquier parte.
La lluvia seguía con la intensidad de toda la noche, de pronto, un ruido en la base de madera de mi cama sonó y un suspiro se dejó escapar, el morbo y las ansias me recorrían todo el cuerpo, estaba hipnotizado por saber que era esa figura demoniaca, así que decidí asomarme debajo de la cama, donde pude ver esa sonrisa cocida y sarcástica que me llamaba por mi nombre, teniendo como consecuencia, ver esa sonrisa que pronunciaba mi nombre, con un tono de voz demoniaca, soltando, entre respiros, una sonrisa que hacía que se helara la espalda, mientras la lluvia seguía con la misma intensidad golpeando las ventanas del cuarto.
De pronto sentí como finalmente esas manos esqueléticas, que me habían querido capturar en las escaleras, habían finalizado aquella misión al tomar de mi mano y la otra de mi cabello, mientras aquella figura demoniaca se desprendió de las costuras de su boca por reír tanto y retorcer la mandíbula de un lado a otro mientras esos ojos negros, se tornaron rojos, mientras me miraba fijamente.
De pronto, mientras yo seguía luchando, pude desprenderme pero esa mano esquelética me dio un rasguño que alcanzo mi nariz mientras con la otra volvió a sujetarme, solo rezaba y pedía ayuda, mientras ese demonio, empezó a jalarme más fuerte hacia él o ella, no podía distinguir que era ese ser, pero empezó a pronunciar oraciones o frases en un idioma desconocido para mí, solo reconocía la palabra que repetía continuamente Axael, nunca he querido averiguar que significa, pero cuál fue mi sorpresa, cuando la habitación se iluminó por completo y un ser de luz me jalo hacia él, desprendiéndome totalmente del ser demoniaco, moviendo la cama del lugar, mientras este me tomaba entre sus brazos y me dejaba en un costado de la habitación para darle cara al ser maligno.
Estos empezaron a discutir con la lluvia como espectador, solo veía como la figura de luz se mantenía estable y en serenidad al hablar o castigar al otro ser maligno que se torcía, se reía y maldecía al mismo tiempo, pero iba desapareciendo en un agujero que se formó donde se encontraba la cama.
Cuando por fin concluyó esa pelea entre el bien y mal, la figura de demoniaca había desparecido, hago hincapié que desde entonces no aparece, el ser de luz volteo hacia mí, pude reconocer esa sonrisa feliz y ojos dulces que me miraban, era mi abuelo, su olor a lavanda desde el principio que apareció en la habitación la había podido percibir, el solo me dijo que me iba a cuidar y que despertara del sueño.
Abrí los ojos con mucha tranquilidad, ya que me sentía débil, y me encontraba en el sillón de la sala, mientras la lluvia se había calmado pero aun pequeñas gotas se presentaban y el frío de la habitación se percibía, voltee por todos lados para asegurarme que solo fue un sueño y no encontré nada, así que fui a investigar en las escaleras y habitación, nuevamente no encontré evidencias de aquella pelea, hasta que me talle la nariz y observe como aquel rasguño por parte del ser demoniaco fue real. Pido respeto por favor.
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